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viernes, 1 de mayo de 2015

UNO DE LOS 8 EJECUTADOS EN INDONESIA POR NARCOTRAFICANTES

"He desperdiciado mi vida": la desgarradora carta de uno de los ejecutados en Indonesia

Este es el último momento de felicidad de un hombre: con camisa blanca, esbozando una gran sonrisa, Andrew Chan desliza el anillo matrimonial en el dedo anular de su prometida, apenas 24 horas antes de ser ejecutado en una cárcel de Indonesia.
La ceremonia de bodas de Andrew Chan y su novia Febyanti Herewila en la cárcel de IndonesiaLa ceremonia de bodas de Andrew Chan y su novia Febyanti Herewila en la cárcel de Indonesia La imagen, filtrada a los medios a pesar de una estricta prohibición, puede ser interpretada como una de las tantas señales de protesta que se alzaron en vano contra la ejecución del australiano condenado por narcotráfico cuya rehabilitación en la cárcel había sido objeto de entusiastas elogios.
De nada sirvieron los esfuerzos internacionales para impedir que Indonesia llevara a cabo las sentencias de pena de muerte contra Chan y otros seis extranjeros condenados por tráfico de drogas en la nación asiática.
Los hombres rehusaron vendas en los ojos y entonaron himnos cristianos, entre ellos Amazing Grace, antes de ser silenciados por un pelotón de fusilamiento en las primeras horas del miércoles 29 de abril, reportó el diario británico The Independent.
Pero Chan no será recordado solamente por el escándalo en torno a su ejecución a los 31 años. Una conmovedora carta escrita desde su celda forma parte del documental Dear Me, que se usará en escuelas australianas y británicas con fines educacionales.
"Ahora el motivo por el que estoy escribiendo esta carta es para hacer hablarles sobre los peligros de las drogas y los efectos que pueden tener sobre ti y también otros", se escucha leer a Chan en un espeso acento australiano.

En la misiva, divulgada por el diario The Daily Mail, Chan narra cómo buscando escapar del acoso escolar y el racismo en su natal Australia comenzó a reunirse a muy temprana edad con jóvenes delincuentes. "Para contarte un poco acerca de la historia de mi vida, yo alguna una vez tuve 15, 16  años y no hace mucho tiempo estaba sentado en una clase al igual que ustedes. Era un chico normal y déjame decirte que mis profesores no me gustaban ni un poco y yo no era la mascota de ningún maestro", relata con honestidad.
Pronto se involucró en el tráfico de drogas y hace 10 años, a la edad de 21, fue detenido en Indonesia, país donde pasaría el resto de su vida. De su grupo de unos 20 amigos en Australia, nueve murieron y otros terminaron encarcelados.
"He hecho cosas de las que no estoy orgulloso en mi vida y he tomado algunas decisiones muy estúpidas", admitió. “Mi vida es un ejemplo perfecto de absoluto desperdicio”.
Chan lamentó haberse perdido ocasiones familiares como bodas y funerales, pero sobre todo, la simple presencia y calor de su familia.
Andrew Chan. Foto de GettyAndrew Chan. Foto de Getty "El daño y el dolor -no sólo sobre mí mismo, sino sobre mi familia- es angustioso. Una caricia simple, como un abrazo, no es posible para un hombre condenado como yo. No tengo más que una barra de hierro para abrazar en lugar de ser abrazado por los que amo y extraño”, cuenta.
La directora y productora del documental, Malinda Rutter, dijo a The Daily Mail Australia que Chan se mostró entusiasmado con el proyecto desde el momento en que se lo propuso. "Funcionará, funcionará, hará que la gente piense", dijo Chan de acuerdo con Rutter. "'Yo le dije: este es tu legado, esto es lo que quiere la gente a ver'".
Para la realizadora, el material fílmico lleva un claro mensaje: si eres un menor y estás metido en problemas, pide ayuda, porque es algo que Chan no se dio cuenta que podía hacer.
A lo largo del documental el condenado a muerte implora a los jóvenes que no sigan sus propios pasos.
“'Lo que elijas hoy será en lo que te conviertas mañana. Si quieres ser un matón y un lobo feroz, nos vemos pronto dentro [de la cárcel]. Espero que estas palabras penetren en sus mentes y en sus corazones y espero que la mayoría de ustedes, si no todos, logren más de lo que he hecho."
Una mujer sujeta una foto de Andrew Chan, uno de los dos australianos condenados a muerte en Indonesia junto a otros seis extranjeros por tráfico de drogas, el 28 de abril de 2015 en una vigilia organizada en Sídney (AFP | Saeed Khan)Una mujer sujeta una foto de Andrew Chan, uno de los dos australianos condenados a muerte en Indonesia junto a … Rutter conoció a Chan antes de comenzar a filmar en 2013 y dijo que le impresionó lo encantador y digno que era. En la cárcel Chan y Muyran Sukumaran –quien pertenecía a la misma red de narcotráfico y también fue ejecutado, realizaron un intenso trabajo educativo contra el consumo de drogas, crearon estudios de arte y una cocina comunitaria.
“Los dos eran desinteresados  y uno veía que se habían reformado genuinamente y me considero muy privilegiada de haberlos conocido”, dijo la realizadora.  "Sólo quiero que la película llegue a tantas personas como sea posible, y si se puede salvar una sola vida de la suerte de Andrew y Myuran, entonces ha valido la pena”, agregó.

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